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Empacho de carriles bici: cómo encarrilar una ciudad calmada

Estas semanas han sido muy intensas para lo que a movilidad sostenible se refiere. Vetos a vehículos de movilidad personal, reuniones con diferentes agentes y un proyecto en hibridalab me han hecho recordar uno de los mayores problemas que tenemos en una ciudad como Vitoria-Gasteiz: la falta de espacio público y la urgencia de reducir el tráfico contaminante.

A día de hoy, la doctrina va de la mano de la segregación de carriles. Ayudan a fomentar el uso de la bici y el VMP al crear una red que vertebre la ciudad por la cual podemos ir con nuestros vehículos sostenibles. Pero ¿realmente son necesarios? Toca analizar el asunto debido a que muchas medidas hoy día van de la mano de obtener fondos para la creación de estas vías segregadas.


Evento de puesta a punto, prueba y asesoramiento de VMP en Vitoria-Gasteiz

La esencia del carril bici

El carril bici se concibe como un ruego a las ciudades para poder circular de manera segura con la bicicleta, a la que se sumaría recientemente el patinete eléctrico. Existen muchos tipos diferentes, aunque el que se comprende como ideal es aquél que segrega claramente de los vehículos pesados y de los peatones. A partir de ahí, existen diversas variantes que responden a urgencias, arreglos rápidos o incluso la necesidad de compartir.

Vitoria-Gasteiz puede presumir de una de las redes multimodales – porque, a día de hoy, suena bastante discriminatorio denominar un carril para diferentes vehículos de micromovilidad como ‘carril bici’ – más completas del estado español, pudiendo alcanzar distintos puntos de la ciudad y parte del exterior de una manera sencilla y cómoda. Sin embargo, encontramos como en muchas ciudades, arreglos rápidos que en vez de solucionar la desconexión, empeora la situación al aumentar el riesgo a peatones, vehículos pesados y, en conclusión, a los propios ciclistas y patineteros.


Carril bici sobre acera en Ciutadella, Menorca

Todo en exceso no es bueno: la ciudad sobre la ciudad

En todas las ciudades encontramos el mismo problema; que no hay espacio suficiente para acomodar a peatones, bicis/VMP y coches en una misma calle. Es por ello que muchos gobiernos responden a estas quejas con soluciones sin fundamento y encontramos casos como el de la foto anterior en Ciutadella. No obstante, en nuestra ciudad podemos encontrar ejemplos similares.

Y todo responde a la realidad de una red multimodal como hoy la entendemos. Partimos de una red básica de calzadas y aceras ya finalizada y conectada, a la que le estamos sumando una vía segregada para bicis/VMP. Desde el primer momento que creas una vía has creado una nueva capa de redes a la cual has de darle respuesta y finalizarla. Es decir, estamos creando una ciudad sobre otra ciudad.

<<Es un disparate haber construido una red de carriles bici sobre una red de carreteras>>

¿Y cuáles son los problemas más flagrantes de tener una red sobre otra red? Hay varios que podemos desarrollar:

  1. La complejidad de la trama urbana aumenta. Al crear una vía paralela de la red básica, obligas a multiplicar el número de señales y marcas viales en el entorno para dar respuesta a las prioridades de la red multimodal. Eso comporta un gasto exacerbado de recursos públicos que además también tiene su impacto ambiental.
  2. El riesgo aumenta, reduciendo la seguridad. Si una bici/VMP circula por un carril multimodal deberá no sólo prestar atención a quien vaya por su propio carril; se cruzará constantemente con peatones y con coches que no van a su son. Esto aumenta gravemente el riesgo de accidente y, por tanto, reduce la seguridad de todos.
  3. No hay comunicación con el coche. En los casos donde el carril va paralelo a la calzada, en muchos casos se da el fenómeno del gancho francés, donde el coche tiene la posibilidad de girar a la izquierda/derecha cuando la bici/VMP tiene también la posibilidad de ir recto, sin posibilidad de advertir al coche. Este caso es especialmente grave en la planificación vial.
  4. Favorece enormemente al coche. Al ‘librarse’ los coches de la circulación de bicis/VMP por la calzada que los ralentizaban (ya que ahora van por sus propios carriles), aumenta la velocidad máxima de todos los vehículos sin respetar las velocidades permitidas, y también el tráfico que circula por las calzadas. Cabe destacar que esto también favorece el pensamiento erróneo de que ‘la bici/VMP debe ir siempre por su carril‘. No es verdad; tenemos todo el derecho a circular por las calzadas.
  5. Aumenta el acoso a bicis/VMP. Favorece una mentalidad de ‘calzadas libres de bicis‘, por lo cual en el momento de que una bici/VMP circula por la calzada hay un riesgo más elevado de acoso. Perdemos el derecho a usar la calzada en favor del coche, todo lo contrario que queríamos lograr.
Gancho francés, cuando un coche gira sobre el carril bici sin poder ver quién circula por él.

Sin duda, crear una red multimodal es mucho más complejo que lo que se predica. Implica tener en cuenta a la red básica sabiendo que vas a, eventualmente, favorecer la circulación de los vehículos que quieres reducir en la ciudad. Es por ello que debemos tener en consideración una de las segundas máximas de este artículo:

Calle Jacometrezo, Madrid

Allá donde hay una calle calmada, no necesita carriles bici

Existen muchos casos donde no es necesario un carril multimodal, el más importante es aquél donde los coches van a una velocidad baja y no tienen un espacio dedicado excesivo. Sin duda, podemos afirmar que sin unas calles calmadas, jamás desincentivaremos el coche en favor de la micromovilidad y el transporte público.

Tengamos en cuenta que el transporte público es mucho más importante que cualquier tipo de vehículo privado – porque, en esencia, una bici/VMP lo es -. El primer paso para calmar una ciudad debe pasar por la universalización de una red de carriles bus que favorezca el acceso y circulación del transporte público.

La configuración de la vía también es importante. Es mucho más impactante circular por una calle adoquinada o de otro color que por una calzada, haciendo que esta última favorezca la falta de percepción y por ende circulen más rápido. Si cambiamos el asfalto de nuestras calles por otros adoquinados, conseguiremos que la percepción del conductor sea la de ‘no estar en su territorio‘, reduciendo la velocidad media de éstos.

Entonces… ¿Ya podemos hacer carriles bici?

A partir de ahí, efectivamente, podemos pensar en los carriles multimodales que realmente necesitamos. Es esencial contar con una red básica de carriles, pero que realmente sean capaces de atravesar la ciudad de lado a lado por corredores rápidos. Si nos fijamos en el ejemplo de Vitoria-Gasteiz, estos corredores deben ir por vías principales como c/Zaramaga, c/Madrid, Av/Zabalgana y c/Zumabide, para enlazar con las entradas/salidas de la ciudad que permitan vertebrar una red multimodal a los concejos y pueblos de Araba.

De esta manera, la red de vías se queda ahí; no es necesario invertir en vías residenciales o urbanas si ya están calmadas. La única excepción que resta cubrir es la de los carriles unidireccionales, donde en este caso se puede ofrecer la bidireccionalidad a bicis/VMP mediante carriles a contramano específicamente para éstos.

Así, conseguimos reclamar nuestro derecho a las ‘calzadas’ como ciclistas y patineteros, fomentando a largo plazo el uso de esos vehículos y reduciendo verdaderamente el uso del coche.

<<Allí donde hay una calle calmada, no hace falta carriles bici>>

Moraleja: Calmemos cuanto antes las calles antes de añadirle vías nuevas que, generalmente, perjudican gravemente la accesibilidad peatonal al igual que la integridad de las propias bicis/VMP.

Calle unidireccional 30 con carril bici a contramano, Vitoria-Gasteiz

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